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Mostrando las entradas de mayo, 2021

Voto blanco y nulo. Entre el derecho y el desinterés

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 Con todo derecho cualquier ciudadano puede votar en blanco o nulo. Es la expresión de una posición de desacuerdo con los políticos que compiten o con el sistema en su conjunto. También expresa la indiferencia ante los asuntos públicos. Poco o nulo interés en la marcha política del país. Incluso en algunos ciudadanos es la manifestación de una discutible superioridad ética que ve a la política como el reino de lo infame y lo corrupto, y por tanto no desea contaminarse ni contribuir con su proliferación.   Puede haber muchas otras razones para votar conscientemente en blanco o viciar el voto, lo cierto es que quien lo hace se autoexcluye de la decisión de elegir un candidato y expresa su posición de colocarse al costado. Según nuestra legislación el voto en blanco o nulo tiene que llegar a 2/3 de los votos emitidos para que se anule la elección. Solo de ese modo dicho voto podría tener un efecto. Las evidencias demuestran que es casi imposible llegar a ese extremo, por lo que en la pr

Pandemia en desigualdad. Una mirada desde el altiplano puneño

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 (Publicado originalmente en la revista Quehacer, Nro.7 , segunda época) Las ciudades de Puno y Juliaca son los dos puntos de gravitación política y económica de la región altiplánica del sur peruano. Puno, más administrativo y turístico; Juliaca más comercial y poblado. Detrás de estas dos ciudades tenemos a las capitales provinciales y distritales, con menor población e impacto sobre el conjunto de la región. Pero, más allá de la vida urbana encontramos a la densa, tradicional y vigorosa zona rural. Que con el correr de los años ha ido reduciendo su peso demográfico, pero mantiene su influencia sociocultural y económica.   La pandemia del Covid-19 evidenció dos modos diferentes de enfrentar la emergencia. De un lado, las ciudades sometidas a una mayor propagación del virus, la impericia de sus autoridades, la ausencia de plantas de oxígeno medicinal, la limitada logística hospitalaria y muy pocas camas UCI. Y del otro lado, las comunidades campesinas quechuas y aimaras que rápidame

La persistencia de la esperanza

  Nuestros electores, especialmente los menos favorecidos, envían señales cada vez que ingresan a la cámara secreta. Hay un persistente deseo por convertir el voto en un deseo de progreso, inclusión, reconocimiento o mejora de las condiciones de vida. Situación diferente en los sectores medios y altos que gozan de un status privilegiado y no emplean el voto como reclamo o cuestionamiento.   Al no haber partidos políticos que verdaderamente sean espacios de intermediación entre el pueblo y el gobierno o que se dediquen a diseñar el futuro nacional, lo que tenemos son expectativas ciudadanas que pugnan por abrirse campo de cualquier manera y en algunos casos de modo poco racional. Y del otro lado, tenemos supuestos líderes (caudillescos,  personalistas y mediocres) que tratan de sintonizar con la población o mejor dicho tratan de aprovechar las expectativas de la población.   En medio de todo ello, persiste la esperanza de la población por las soluciones a los problemas. Somos un paí

Alineamiento mediático

  Como si fueran unidades militares de infantería, los grandes medios limeños se ponen al frente de la contienda por la segunda vuelta. La estrategia es preocupante porque existe un tremendo desbalance informativo. Los medios limeños son conglomerados empresariales, en algunos casos monopolios descarados, que vulneran el principio democrático del pluralismo informativo. Las democracias avanzadas se caracterizan por tener medios de prensa asociados de modo directo e indirecto a las diferentes corrientes del pensamiento político de cada país. Lo que permite ofrecer un abanico de ideas y propuestas en igualdad de oportunidades y además diversas interpretaciones de los acontecimientos ¿Quién se beneficia? El ciudadano.   Pero, en nuestro país el coro de la prensa neoliberal, especialmente televisiva, ha emprendido una campaña que apunta a demoler a Pedro Castillo y ensalzar a Keiko Fujimori. Los matices no existen. Es el bien contra el mal. Como lo ha demostrado Rafael Lopez Aliaga al de

Élites premodernas

 No somos un país que respeta a sus clases dominantes, tampoco somos un país que respeta a sus pobres. La vieja explicación de la herencia colonial y la confrontación entre dos mundos opuestos es lo primero que viene a la mente. Ciertamente en una situación extrema y límite como la que estamos viviendo en la segunda vuelta, la polarización abre heridas nunca sanadas. Nuestro centralismo es el fenómeno a la vista, pero hay razones de fondo como la marginación socioeconómica, el desprecio racial y el abuso del territorio y su gente.   Se ha dicho mucho sobre nuestras élites como las más incultas y racistas de Sudamérica. En parte es cierto. Nuestro proceso histórico arrastró el peso de haber sido la principal sede del Imperio español en esta parte del continente. Tenemos una sociedad con una acentuada estratificación por estamentos y grupos cerrados. La educación y la modernización han querido hacer su parte para permitir mayor movilidad social, pero todavía le cuesta al serrano o a lo

Fracasado modelo neoliberal peruano

 La campaña por la segunda vuelta está pareciéndose a otras de nuestra historia reciente. De un lado el candidato(a) del orden establecido y del otro el candidato que pretende el cambio de ese orden. Pero el contexto es diferente. Estamos en medio de una trágica pandemia que lleva a la muerte a miles de peruanos, el sistema de atención de salud ha colapsado, el desempleo está golpeando a los hogares más humildes y la corrupción de políticos y funcionarios del Estado sigue siendo un cáncer de nunca acabar.   El panorama es desalentador y se multiplica en los últimos días con la campaña de terruqueo, anticomunismo y pánico financiero que las élites económicas quieren esparcir en la ciudadanía. Como sucedió con Humala en el 2006, las élites se indignan porque hay un candidato que se opone al modelo neoliberal. En este caso es Pedro Castillo el abanderado de la lucha contra el sistema. Y las élites tienen que demolerlo.   La derecha política, los poderes fácticos y la prensa limeña est

Más allá de la polarización

  La primera encuesta de Ipsos para medir la preferencia electoral en la segunda vuelta muestra que Pedro Castillo (42%) aventaja a Keiko Fujimori (31%) por 11 puntos. Y si desagregamos esos resultados aparecen ciertos datos interesantes. Veamos. En Lima, el hombre del lápiz sólo recoge un 26% de aceptación contra 43% de la candidata naranja. En el sector rural de la patria, el profesor cajamarquino obtiene un 60% de apoyo, contra 20% de la hija de Alberto Fujimori.   De acuerdo a las regiones, el respaldo más alto de Castillo es el centro (68%) y el sur (58%). En todas las regiones pierde Fujimori, pero donde tiene más respaldo es en el norte (30%). En cuanto al respaldo por clases sociales, el sector encumbrado de la sociedad peruana respalda con un 52% a Fujimori y un 17% apoya a Castillo. La clase más baja de la población apuesta en un 56% por el profesor rondero y 24% por la señora Fujimori.   55% de los encuestados indica que definitivamente no votaría por la lideresa de Fuer

Entrevista a Eland Vera para Arequipa Misti Press

(19-4-2021) Entrevista en Arequipa Misti Press Según su criterio  ¿Por qué razones los partidos de derecha, centro e izquierda no se unieron en alianza o frentes electorales para las elecciones 2021 para evitar dispersar el voto como ha sucedido? La fragmentación de la oferta política se debe al acentuado caudillismo y personalismo de la política peruana. Los partidos en la práctica son argollas electorales de intereses que buscan beneficios personales y de grupo. Las alianzas programáticas de cara a la construcción de un proyecto nacional significarían un avance de nuestra cultura política. Ese horizonte todavía está en ciernes y se aprecia en muy pocas organizaciones políticas. En países vecinos la izquierda llegó al poder formando alianzas o frentes electorales, pero en las elecciones 2021 tuvimos a cuatro candidatos de la izquierda cuando ellos debieron unirse para llegar al poder. ¿Por qué persiste para usted esta división en la izquierda peruana? En la izquierda peruana p

Déjà vu y el otro Perú

  El déjà vu es la sensación de haber vivido antes la situación que se vive hoy. Y eso es más o menos lo que ha sucedido con la elección del profesor cajamarquino Pedro Castillo. Tal como lo resume el periodista Marco Sifuentes desde 1990 hasta la fecha se repite cada 10 años el mismo fenómeno. Un candidato sorpresa que emerge con respaldo provinciano se enfrenta en segunda vuelta al candidato del orden establecido y de las élites.   En 1990 el candidato de las élites era Mario Vargas Llosa y el candidato sorpresa era un casi desconocido nisei que ni siquiera tenía plan de gobierno (Alberto Fujimori). En 2000 el candidato del orden establecido era esta vez el nisei convertido en presidente neoliberal (Alberto Fujimori) y el candidato del interior era un economista indígena oriundo de Cabana, Alejandro Toledo. En 2011 la candidata de las élites era la hija de Alberto Fujimori (Keiko Fujimori) y el candidato emergente era el militar nacionalista Ollanta Humala. En 2021 nuevamente la ca

¿Qué está en juego?

  No es una buena señal que lleguemos al domingo 11 de abril con tan alto nivel de incertidumbre. En la práctica hay 7 candidatos a la presidencia que podrían ingresar a la segunda vuelta. De un lado tenemos al grupo de candidatos neoliberales que insisten en mantener la “República de empresarios” (De Soto, López Aliaga, Fujimori y Forsyth); de otro lado tres candidaturas que fluctúan desde el centro a la extrema izquierda (Lescano, Mendoza y Castillo).   Lo único de lo que estamos convencidos es que habrá segunda vuelta y que volveremos a tener un Congreso fragmentado con un alto número de bancadas. Quien salga elegido presidente o presidenta, gobernará con la posibilidad permanente de la vacancia, pues no tendrá mayoría en el Congreso y la oposición no tendrá problemas en armar una alianza que apunte a capturar el Ejecutivo.   Por eso es sumamente importante que evitemos la dispersión del voto para el Congreso y que elijamos a congresistas que exhiban credenciales democráticas y

El menú de la izquierda

 Se ha vuelto un lugar común de ciertos sectores conservadores atacar a la izquierda peruana calificándola de chavista. Y que una vez en el poder implantarán una suerte de autoritarismo populista de izquierda que arrasará con los logros de los 29 años de República neoliberal. Desmontemos esta falacia. Para empezar la izquierda peruana no tiene actualmente como cabezas visibles a militares o militaristas. El militar que pudo serlo gobernó bien pegadito al dogma de mercado y ahora está bien bajoneado: Ollanta Humala.   Por otro lado, en la arena política actual no hay un liderazgo avasallador que logre copar Ejecutivo, Legislativo y la influyente opinión pública. Lo que tenemos es una gran fragmentación con una grave crisis de representación. Algo más. Los planes de gobierno de la izquierda peruana se asemejan más a un maquillaje de la economía de mercado. Y si bien se plantea una nueva Constitución, lo que buscan los izquierdistas peruanos es ajustar al gran capital, aumentar los impu

Mujeres al gobierno

 Fuimos uno de los últimos países latinoamericanos en otorgar el derecho al voto femenino en 1955. Y encima no hemos sido un país pródigo en mujeres que asuman puestos de poder, salvo en lo sucedido recientemente en los últimos años. Y es que una de las grandes noticias de la dinámica del Estado peruano, es que cinco mujeres presiden cinco instituciones claves de la vida nacional: el Congreso de la República, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Ministros, la Corte Superior de Justicia y la Fiscalía de la Nación. Agregaríamos que el gremio empresarial más poderoso del país, la Confiep, también es liderado por una mujer. Y no todo queda allí, en la historia más reciente hemos tenido dos primeras damas de la Nación con gran influencia sobre sus esposos y sobre el aparato público: Nadine Heredia y Eliane Karp.   Es destacable, además, el número de mujeres que han asumido puestos de ministras, alcaldesas, congresistas, regidoras y gobernadoras. Las mujeres gradualmente están accedie

Culturas políticas

 No todos los ciudadanos se interesan en los asuntos públicos de la misma manera. Hay quienes participan activamente en organizaciones, gremios o centros laborales y buscan mejorar el funcionamiento y fines de sus entidades. Por lo tanto, sus decisiones políticas son más elaboradas porque valoran la importancia del bien común y la vida en sociedad. En el otro extremo están quienes, por distintas razones y circunstancias, no toman interés en los problemas de la sociedad. Y puede ser por egoísmo, desinformación, desilusión o por estar excluidos y marginados.   Pero también tenemos los que participan en los asuntos públicos para obtener un beneficio personal o de grupo. Su acción es más calculada y la astucia preside su toma de decisiones. No nos estamos refiriendo exclusivamente a los corruptos, sino a ciudadanos que actúan racionalmente en defensa de una posición o intereses determinados.   Son diferentes maneras de vivir su condición de ciudadanos. Y lo más importante, las tres for

Religión, política y los (ultra)conservadores

 El vínculo entre política y religión es una práctica extendida en el mundo. Muchos políticos y organizaciones políticas toman como referencia de su acción el ideario social de su credo religioso. El caso más común en Occidente es la influencia de los ideales cristianos en la formación de partidos. Inclusive existe una Internacional Demócrata Cristiana que agrupa a demócratacristianos y socialcristianos que adoptan el humanismo cristiano como soporte ideológico. Si bien se suelen ubicar entre la derecha y la centro derecha del espectro político, también tenemos a los cristianos de izquierda que asumen el ideario progresista de la Teología de la Liberación.   Un caso relevante a nivel mundial y latinoamericano es la presencia cada vez más activa e influyente de las iglesias evangélicas en el escenario político. A diferencia de los católicos que exhiben posturas más moderadas, pero en esencia conservadoras, los evangélicos son más frontales y encabezan una agenda con posiciones firmes

Hacia el quinto proyecto

 Los destacados historiadores peruanos Carlos Contreras y Marcos Cueto han planteado una acertada manera de comprender nuestro proceso como República. Sostienen que a lo largo de los últimos 200 años, se han intentado cuatro grandes proyectos político nacionales que han llegado al poder con la finalidad de instaurar un Estado nacional para todos que permita el bienestar y el progreso de nuestro amado país.   El primer proyecto corresponde a la época de los libertadores de la patria que cortaron el vínculo con el imperio español. Fue un primer acercamiento con las ideas liberales, democráticas y republicanas. Lo malo de este proyecto es que los caudillos militares lo frustraron y lo trajeron abajo. El segundo proyecto es una reacción contra el militarismo y se encuentra encarnado en el Partido Civil, fundado por Manuel Pardo. La influencia de los civilistas arranca en 1872 y alcanza hasta el gobierno de Leguía. Lo negativo es que se trató del dominio de los ricos oligarcas con evident

El poder y los privilegios

  Buen número de ciudadanos que aspiran a un cargo político lo hacen, entre otras razones, con el fin de gozar de privilegios y ventajas que el poder les ofrece. En una sociedad como la nuestra donde aún no se han extendido completamente los derechos y donde en la práctica hay ciudadanos de diferentes categorías, el poder y el privilegio van de la mano y hasta son la misma cosa.   Pero no debemos olvidar que los privilegios atacan directamente los fundamentos de la vida ciudadana y democrática. Los derechos son opuestos a los privilegios. Donde campean los privilegios, las desigualdades e injusticias son el pan de cada día. Por eso se afirma que es un logro civilizatorio la reducción progresiva de los privilegios. No se puede hablar de bienestar y desarrollo integral si todavía justificamos o pasamos por agua tibia las expresiones públicas y privadas de imperio del privilegio.   Los privilegios operan a sus anchas en las sociedades donde las personas están clasificadas en estamento

Más allá del desastre: Servirse del Estado

 Los sucesos recientes (vacunación de funcionarios a espaldas de la sociedad) han demostrado que nuestros gobernantes priorizan su conveniencia, su seguridad, su salud, sus oportunidades, por encima del servicio público y el compromiso con la ciudadanía. Como ha sucedido en nuestra historia, desde la llegada de los españoles, el Estado es para servirse, no para servir. Nuestra República tiene el sello del apetito personal y el interés particular o de argolla. Pocos, muy pocos, han sido y son los gobernantes y funcionarios que sirven a la sociedad o ponen todo su empeño y talento para sacar adelante al país.   Y es que la raíz de esa anomalía se encuentra en la tan acentuada “viveza” que se lleva de encuentro a las leyes y la moral. Acá el astuto y el transgresor tienen asegurado el triunfo y el éxito. Quien respeta las normas y la sana convivencia, aparte de ser una gran minoría, tiene menos oportunidades y se le hace difícil destacar en medio de la jungla. En el caso particular de l

Viejo Estado y nuevo Estado

 Uno de los graves asuntos pendientes no resueltos por los 200 años de República es que en la práctica las instituciones del Estado no han logrado extenderse de modo eficiente en todo el país. Dicho de otro modo, la escuela, la posta médica, el local municipal, el puesto policial o las carreteras en el interior del país son precarias y de baja calidad. Inclusive esos mismos servicios públicos en las ciudades carecen de personal e infraestructura suficientes.   Como si estaríamos condenados a tener un Estado con poca capacidad de respuesta y pobre servicio al ciudadano. La pandemia es la más clara evidencia. Nuestro sistema público de salud tiene pocas camas UCI, poco personal especializado, insuficiente abastecimiento de oxígeno y un presupuesto precario. Todas esas deficiencias se agravan a la enésima potencia con la extendida corrupción de funcionarios públicos y autoridades electas, quienes ven al Estado como una oportunidad para lucrar y aprovechar al máximo. No hemos logrado con

Democratización

  América Latina es junto al África una de las zonas con mayor desigualdad social y económica. Es decir, existen marcadas distancias entre las personas de mayores ingresos y la población con menores recursos. Cuando una persona o una familia no pueden acceder a servicios esenciales de calidad en espacios como la salud, educación, vivienda, trabajo, vestido, saneamiento, conectividad o transporte sus posibilidades de desenvolverse como ciudadanos activos se reducen drásticamente.   En ese penoso contexto, la prioridad es la sobrevivencia y el mundo de la política es ajeno o determinado por la conveniencia y el corto plazo. En otras palabras, su respaldo a los políticos es influido por el beneficio material e inmediato que pueden obtener. Cuántas veces hemos atestiguado respaldos ciudadanos derivados de regalos o  promesas de diversa índole. Son situaciones reales que muestran los vacíos de la democracia. Los candidatos aprovechan de ese modo las necesidades básicas de la población y f

“Mano dura” y autoritarismo

  Un sector apreciable del electorado peruano considera que los graves problemas nacionales sólo serán solucionados aplicando “mano dura”, es decir, suspendiendo o aminorando las prácticas democráticas, participativas o de diálogo. Quienes apuestan por el rigor de la disciplina parten del argumento que nuestros ciudadanos son como menores de edad que solo reaccionarán aplicando la fuerza y el exceso de autoridad. Lo que olvidan es que esa solución ha sido dominante en nuestra historia republicana, especialmente con la presencia de militares encabezando gobiernos de facto. O el caso de gobiernos cívico-militares como el caso del fujimorismo, en la década de 1990.   La necesidad de “mano dura” y su promoción a los cuatro vientos es la expresión de la llamada tradición autoritaria. Se trata de una vieja vertiente de la política y la sociedad peruanas. Es una forma peligrosa de recorte de derechos y descarada sumisión como mecanismo de solución. Cuando gobierna el autoritarismo, los ciud

El candidato light

  La presentación del plan de gobierno es un requisito formal para acceder como candidato a un cargo de elección. Pero, a la población le interesa poco o casi nada el citado documento. Los interesados en los planes son los analistas, periodistas y los propios rivales electorales. Al ciudadano de a pie le interesa la persona, su carisma, sus osadas propuestas, su performance en los medios y la sensación de seguridad que puede transmitir. Por eso hay buenos planes de gobierno con pésimos candidatos y por el contrario, candidatos atrayentes con planteamientos simples.   La actual campaña, para colmo de males, se realiza en medio del desánimo nacional, la emergencia sanitaria, la falta de trabajo y la crisis del sistema político. Los números de las encuestas son reveladores, ningún candidato supera el 20%. En medio de ese panorama los planes importan poco. Es así que George Forsyth el joven candidato de 38 años, exalcalde del distrito de La Victoria, exfutbolista, exmodelo y empresario d

Sirvientes del gran capital

  A raíz de la reforma neoliberal de la década de 1990, nuestro país optó por un modelo de desarrollo que enfatiza y privilegia las inversiones transnacionales. La opción queda institucionalizada con la Constitución Política de 1993. El Estado peruano desde entonces asume un diseño que estimula la economía de mercado y desregula obligaciones para los privados. Se trata, no cabe duda, de un gran proyecto político desde las cumbres del poder que entrega la clave del desarrollo al sector privado nacional y transnacional. En buena cuenta el Estado neoliberal corresponde al ciclo histórico siguiente del Estado reformista nacionalista que nos dejaron los militares que gobernaron entre 1968 y 1980. Es decir, el Estado velasquista recién se cancela con Alberto Fujimori.   En ese marco, la política se transforma con nuevos actores y una creciente mercantilización de la vida pública que es la atmósfera propicia para la multiplicación de la corrupción. El neoliberalismo a la peruana es corrupto

Caudillos-mercaderes e invitados

  En la década de 1990 los peruanos vivimos el colapso de los partidos políticos tradicionales, algunos de ellos han logrado sobrevivir y actualmente están vigentes. Es el caso de Acción Popular, el Partido Aprista, el Partido Popular Cristiano y los partidos comunistas Unidad y Patria Roja hoy agrupados en Juntos por el Perú. Estos viejos partidos han logrado trascender a sus fundadores y algunos de ellos nos han demostrado niveles aceptables de democracia interna para elegir a sus candidatos para las elecciones generales de abril. Pero la nota dominante en la política peruana no son ellos, sino los partidos que surgieron en los últimos años. Son organizaciones políticas personalistas que rinden culto a su fundador y que en la práctica son argollas de intereses lideradas por caudillos-mercaderes.   La política peruana está vaciada de programas, proyectos o ideario, lo que prima es la voluntad del caudillo-mercader. En la mayoría de estas nuevas organizaciones no se aprecian tendenci

Poderes fácticos

  Sería inocente pensar que únicamente los políticos gobiernan las naciones. O que solamente a través de las elecciones se otorga el poder para implementar una u otra política pública. O acaso creer que las leyes de un país no se encuentran influidas por grupos de poder. La verdad de la milanesa es que detrás del poder político circulan con soberano señorío los poderes fácticos. No pertenecen al orden institucional del Estado, son individuos, grupos o corporaciones que influyen de modo subterráneo pero efectivo en las decisiones de los políticos.   Los poderes fácticos buscan que sus intereses y espacios (empresariales, religiosos, culturales o de otra índole) gocen de privilegios y protección. Los poderes fácticos buscan que la ley se acomode a sus objetivos. El poder fáctico típico en todo país es el empresariado y las grandes corporaciones. “Invierten” ingentes cantidades de dinero en “aceitar” a políticos, auspiciar campañas electorales y promocionar una opinión pública favorable