No todos los ciudadanos se interesan en los asuntos públicos
de la misma manera. Hay quienes participan activamente en organizaciones,
gremios o centros laborales y buscan mejorar el funcionamiento y fines de sus
entidades. Por lo tanto, sus decisiones políticas son más elaboradas porque
valoran la importancia del bien común y la vida en sociedad. En el otro extremo
están quienes, por distintas razones y circunstancias, no toman interés en los
problemas de la sociedad. Y puede ser por egoísmo, desinformación, desilusión o
por estar excluidos y marginados.
Pero también tenemos los que participan en los asuntos
públicos para obtener un beneficio personal o de grupo. Su acción es más
calculada y la astucia preside su toma de decisiones. No nos estamos refiriendo
exclusivamente a los corruptos, sino a ciudadanos que actúan racionalmente en
defensa de una posición o intereses determinados.
Son diferentes maneras de vivir su condición de ciudadanos.
Y lo más importante, las tres formas mencionadas no se dan químicamente puras.
Hay mezclas y combinaciones. Por ejemplo, un ciudadano puede tener clara la
importancia del bien común, pero defiende los intereses particulares de una
argolla. O alguien puede ser bastante desinformado en temas políticos, pero es
muy destacado en su desempeño laboral. En la práctica, las mezclas es lo que
está más presente en la sociedad.
Hay diversas culturas políticas. Pero de lo que se trata es
de estimular la cultura política democrática y cívica. Que consiste en participar
y tomar interés en los asuntos públicos que benefician al conjunto de la
sociedad. No se trata de estar inmiscuidos plenamente en los problemas, pero
por lo menos tomar posición y estar informados sobre los temas locales o
nacionales.
Uno de los graves problemas de nuestra permanente crisis
política y desconfianza generalizada es que nosotros como ciudadanos nos
alejamos de los asuntos públicos y dejamos que otros decidan por nosotros. De
allí el vergonzoso estilo peruano de decidir minutos antes de entrar a la
cámara secreta. En la cola misma muchos ciudadanos deciden su voto como si
fuera una apuesta o una prueba de autoestima. Eso debe cambiar. Las democracias
más avanzadas del mundo se caracterizan por tener partidos de larga
trayectoria, y ciudadanos que cultivan a lo largo de su vida una posición
informada y responsable sobre cómo se enfrentan los problemas nacionales y qué es
lo más conveniente para su país.
(Publicado originalmente en el Diario Viral el 17-3-2021)
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