Caudillos-mercaderes e invitados

 En la década de 1990 los peruanos vivimos el colapso de los partidos políticos tradicionales, algunos de ellos han logrado sobrevivir y actualmente están vigentes. Es el caso de Acción Popular, el Partido Aprista, el Partido Popular Cristiano y los partidos comunistas Unidad y Patria Roja hoy agrupados en Juntos por el Perú. Estos viejos partidos han logrado trascender a sus fundadores y algunos de ellos nos han demostrado niveles aceptables de democracia interna para elegir a sus candidatos para las elecciones generales de abril. Pero la nota dominante en la política peruana no son ellos, sino los partidos que surgieron en los últimos años. Son organizaciones políticas personalistas que rinden culto a su fundador y que en la práctica son argollas de intereses lideradas por caudillos-mercaderes.

 La política peruana está vaciada de programas, proyectos o ideario, lo que prima es la voluntad del caudillo-mercader. En la mayoría de estas nuevas organizaciones no se aprecian tendencias o alas que posicionan propuestas matizadas dentro de un proyecto general. No. Se impone el capricho y el cálculo del dueño del partido. Lo lamentable es que esos partidos logran la aceptación de un sector apreciable de la ciudadanía. Y logran respaldo porque junto al caudillo-mercader vemos un conjunto de políticos personalistas y también mercaderes que se mueven impunemente de partido en partido. Hoy se alían con un dueño y el otro día siguen a un nuevo patrón. Así es la política en nuestro país. En el colmo de males, esa práctica se halla bendecida por nuestra legislación, pues esos comodines, tránsfugas o como se les quiera llamar son los “invitados” que la ley permite y que aterrizan desde fuera de los partidos. Los “invitados” es lo mejor que le puede ocurrir al caudillo-mercader, ya que se mueven en la misma lógica de mercantilización de la política. Los “invitados” son independientes con carrera propia, bolsón electoral y billetera gorda; son también caudillos-mercaderes pero en grado menor. La relación entre ambos es mucho más fructífera que con el partido mismo. Ambos pueden llegar a acuerdos, alianzas, negociaciones, dones y contradones. 

 ¿Qué nos queda como electores? Por lo pronto para las elecciones de abril, dar la espalda a los caudillos-mercaderes y a sus “invitados” aliados. Ambos expresan la perversión de la política en el país. ¿Qué se puede esperar de un mercader de la política? Lo peor. Estamos avisados.

(Publicado originalmente en el Diario Viral el 5-1-2021)

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