Los sucesos recientes (vacunación de funcionarios a espaldas de la sociedad) han demostrado que nuestros
gobernantes priorizan su conveniencia, su seguridad, su salud, sus
oportunidades, por encima del servicio público y el compromiso con la
ciudadanía. Como ha sucedido en nuestra historia, desde la llegada de los
españoles, el Estado es para servirse, no para servir. Nuestra República tiene
el sello del apetito personal y el interés particular o de argolla. Pocos, muy
pocos, han sido y son los gobernantes y funcionarios que sirven a la sociedad o
ponen todo su empeño y talento para sacar adelante al país.
Y es que la raíz de esa anomalía se encuentra en la tan
acentuada “viveza” que se lleva de encuentro a las leyes y la moral. Acá el
astuto y el transgresor tienen asegurado el triunfo y el éxito. Quien respeta
las normas y la sana convivencia, aparte de ser una gran minoría, tiene menos
oportunidades y se le hace difícil destacar en medio de la jungla. En el caso
particular de la labor gubernamental, los políticos con poder son estrategas de
las oportunidades dolosas y de la coima negociada. Es un gran golpe en el ánimo
nacional enterarse que nuestro expresidente y su círculo más cercano privilegiaron
su salud a espaldas del pueblo y a espaldas de quienes estuvieron y están en la
primera línea para enfrentar la pandemia.
A estos graves sucesos se suman las denuncias actuales y las
que vendrán de servidores del Estado que aprovechan la pandemia para hacer
jugosos negociados. Se demuestra con desgracia que no hemos llegado a
constituir un Estado Nación en el que impera la ley. Tenemos una forma estatal
en la que se impone la viveza y el abuso. Ciertamente el cambio es un clamor
nacional, superar el pasado no es tarea fácil, pero estamos obligados como
ciudadanos a producir un quiebre en nuestra historia. Tal vez habría que dar
más atención a la propuesta que busca la refundación republicana o una segunda
república. Como herederos de una de las civilizaciones ancestrales más
avanzadas del mundo, tenemos el potencial para reconstituir nuestra vida
política, social y económica. De cara a los desafíos y tendencias del mundo
globalizado y enraizados en la savia del Perú milenario. Muchos se preguntarán
y quién liderará semejante transformación. Por lo pronto debemos tomar
conciencia del cambio, actuar con visión en los lugares que nos toca
desempeñarnos, no tener temor a actuar en política y elegir autoridades que
encarnen esos ideales.
(Publicado originalmente en el Diario Viral, 17-2-21)
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