Blog de Eland Vera

Alan García lo tiene bastante claro. La descentralización es derivar o liberarse de responsabilidades. Detrás de la crítica, en algunos casos justificada, hacia algunos presidentes regionales que caminan en cámara lenta se esconde una inocultable concepción de país y de descentalización. Para él, no interesan los consensos, la visión de futuro o el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. García lo tiene claro: él es el caudillo que manda desde Lima. Los presidentes regionales son señores que mandan en sus regiones, y los vasallos semiciudadanos tienen que pedir obras a sus autoridades y punto. García no es un demócrata, respalda la institucionalidad que le conviene y ya. García sólo tiene un norte, aplanar el camino convenientemente para que el capital transnacional impere en el país. Y como es poseedor de una mentalidad caudillesca y señorial propia de un hombre emergente de una familia de clase media burócrata, sabe que debe ser fiel sirviente de los intereses foráneos,

El más reciente Barómetro del Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima, correspondiente a junio de 2008, nos ofrece la simpatía (¿?) de los ciudadanos limeños por los presidentes regionales del interior de la República (¿Con cuál de los siguientes presidentes regionales simpatiza más?). Los datos son interesantes ahí van: Alex Kouri (Callao): 33.6% No Sabe/No contesta: 21.0%% Yehude Simon (Lambayeque): 13.7% Ninguno: 9.5% Federico Salas (Huancavelica): 4.4% Juan M. Guillén ( Arequipa ): 4.0% César Álvarez (Ancash): 3.2% José Murgia (La Libertad): 2.5% Vladimiro Huároc (Junín): 2.1% César Trelles (Piura): 1.5% Hernán Fuentes ( Puno ): 1.2% Hugo Gonzales (Cusco): 1.1% Rómulo Triveño (Ica): 1.1% Iván Vásquez (Loreto): 0.4% Otros: 0.6% Si sumamos los que "no saben", "no contestan" y los que "no tienen simpatía por ninguno", llegamos a 31.5% de limeños que INVISIBILIZAN por completo a los presidentes de las regiones. Porcentaje preocupante por decir

Este día debe servir para que, de una vez por todas, tomemos conciencia de las causas profundas y verdaderamente oscuras que mantienen la crítica situación del medio ambiente. Las sociedades altamente industrializadas y especialmente el imperio norteamericano tienen un serio compromiso de responsabilidad que rebasa lo estrictamente histórico. Pues el modelo de crecimiento económico imperante, el endiosamiento casi fanático del mercado, la competitividad industrial descarnada y la conversión de la ciencia en tecnociencia depredadora, han llevado a sobreexplotar los recursos naturales y conducirnos a un espiral de difícil, muy difícil control o detenimiento. No creo que todo esté perdido, cada día son más las conciencias libres y liberadoras que toman conciencia del gran problema. Sé, estoy convencido, que la humanidad todavía tiene una poderosa reserva moral que irá creciendo para no permitir que la especie sucumba. Pero, claro, un gigantesco paradigma civilizatorio tendrá que cambiar.