Somos nuestro entorno: ¿Quiénes nos rodean para gobernar?
Luego de la renuncia como presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez confesó que abiertamente le recomendó al presidente Castillo “que reconsidere su entorno más cercano”, pues serían responsables de algunos errores que viene cometiendo. Los colaboradores y asesores de confianza que rodean a los políticos convertidos en autoridades es un tema crucial. En nuestra historia reciente, hemos pasado de asesores de la talla de Vladimiro Montesinos, peruano como pocos que se preparó desde muy joven para gobernar “a la peruana”, hasta círculos tecnocráticos neoliberales o de incidencia familiar y de pareja.
En medio de una democracia de operadores, personalismo
galopante, nula vida partidaria y menos que nula discusión de programas y
proyectos de gobierno, el tipo de asesores está determinado por factores
bastante alejados de la opinión técnica, estratégica y de largo plazo. Los (seudo)asesores
en realidad no son asesores, sino acompañantes, ayudantes, operarios y hasta
bufones o franeleros. Los asesores que eligen los políticos reflejan lo que
entienden por política y sobre todo los objetivos que buscan con la aventura
política.
En una democracia de partidos –que no es la nuestra- los
asesores se hallan ligados al ideario, proyectos y programas del partido. Y se
trata de expertos en determinados campos que aconsejan al gobernante. El caso
del presidente Castillo es singular: buscó marcar distancia prudente del
partido que lo llevó al poder y alejar la influencia del dueño del partido. En
medio de esa decisión echó mano de amigos, paisanos y colaboradores novatos en
los asuntos de Estado. Grave error, que nos muestra hasta dónde alcanza el
criterio de nuestro presidente.
Elegir asesores o consejeros personales es una tarea
doblemente difícil para un político que se ha desarrollado casi por completo en
la provincia. El propio Castillo ha reconocido que fue uno de sus errores. Por
tanto, se debe tener determinación personal y aplomo personal para elegir
consejeros talentosos, con trayectoria y resultados de eficacia. No se trata de
un amigo, sino de una persona experta que recomienda soluciones y alternativas
en medio de las dificultades.
Al parecer existe una gran confusión entre las funciones que
debe cumplir un consejero presidencial y el rol que juegan los operadores. Los
primeros se orientan por objetivos estratégicos, los segundos se definen por el
corto plazo y los apetitos de poder. Es una mala señal cuando los operadores
cumplen funciones de asesor o consejero. Nuestras autoridades deben comprender
que el éxito no solo depende de su voluntad personal, pesa mucho la calidad del
entorno que elegimos.
(Columna publicada en el diario Viral de Arequipa, 2-2-2022)
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