Conflictos intrapartidarios en los partidos políticos peruanos


 


Los conflictos internos dentro del partido de gobierno Perú Libre ponen en evidencia que las conductas de deslealtad, aprovechamiento o traición son el pan de cada día de los partidos políticos. Ahora le ha tocado al partido de Cerrón, antes fueron otros partidos y seguramente en el futuro veremos otras exhibiciones de zancadillas intrapartidarias.

 Es célebre la expresión que a veces son más peligrosos los compañeros de partido que los mismos opositores, pues internamente hay pugnas por controlar beneficios y manejar directamente el poder de decidir. El problema se incrementa cuando la organización política es una argolla de intereses y apetitos que deja en segundo plano la propuesta programática y el proyecto político.

 Nuestros partidos son mecanismos políticos que aglutinan a ciudadanos dispuestos a obtener ventajas de la cosa pública, desde contratos laborales en el sector público hasta favorecimiento a empresas proveedoras de servicios o la obtención de diezmos y porcentajes. Son las motivaciones de fondo que dinamizan la política. Nuestra cultura política está infectada de la viveza criolla y la transgresión.

 Buena parte de la responsabilidad se alimenta con una legislación de partidos políticos que premia al político oportunista. El independiente de billetera que barre con la estructura interna y se impone por la fuerza del dinero. O el personaje que goza de simpatía colectiva y es reclutado por el dueño del partido para que arrastre votos. Nuestras normas no exigen que el partido tenga vida partidaria con locales abiertos, actividad de formación política, discusión pública de propuestas y actividades de articulación con la sociedad.

 A tal punto ha llegado la mercantilización de la política que los partidos son en la práctica empresas personales de los dueños de la inscripción. A la que se suman clientes o abonados que participan del mercado político. Y eso no solo sucede en los partidos nacionales, se nota también en los partidos regionales y movimientos locales. Las pequeñas organizaciones políticas son redes locales encabezadas por un caudillo o mandamás que administra los apetitos e intereses de sus integrantes.

 En esa lógica los conflictos internos y las traiciones son la manifestación de una pobre administración de los deseos y expectativas privadas de los miembros de la organización. Eso debe cambiar. Si bien una parte de la política es la orientada a la búsqueda del poder y la maniobra, tenemos la otra parte que encierra los ideales y los proyectos. Como ciudadanos debemos dar cabida y respaldo a aquellos políticos que expresan la dimensión ética. Ya hemos dado mucha importancia a los canallas.

 (Foto: www.misabogados.com/blog/es/que-es-una-rina)

(Artículo publicado en el diario Viral de Arequipa, 17-11-21)

 

 

 

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