La muerte de Abimael Guzmán puede llevarnos a múltiples
reflexiones sobre la realidad de nuestro país. Quisiera detenerme en lo nefasto
del fanatismo. Se trata de una pasión irracional y desmedida hacia una idea o
persona. Las formas más comunes del fanatismo se presentan en la religión, la
política, el deporte y el arte. Algunos fanatismos pueden traer peligrosas
consecuencias, como el religioso y el político.
Durante la época del conflicto armado interno (1980-2000)
fuimos testigos de la incursión y vigencia de un partido político maoísta
compuesto por alucinados fanáticos que idolatraban la violencia extrema como
método de cambio social. Y a la vez rindieron un culto mesiánico a la figura de
su líder. Ese culto a la personalidad se expresó en una adoración y obediencia
excesiva a Guzmán.
La ferocidad de las muertes que llegó a extremos
escalofriantes puede ser comprendida de diversas maneras, pero para el objetivo
de este artículo es importante detenernos en las ideas fanáticas que
funcionaban como permanentes catalizadores de las acciones. La cuota de sangre
se justificaba porque había una utopía comunista que se pretendía alcanzar. El
adoctrinamiento era de tal magnitud que el mundo personal desaparecía y lo que
imperaba eran los objetivos y la ideología del partido. La muerte del enemigo y
del traidor, en esa lógica, se hallaban justificadas.
Los fanatismos políticos y religiosos han producido centenares
de miles de muertes y desolación en la historia humana. La fe ciega e
intolerante en una ideología, un líder carismático o un libro sagrado siguen
produciendo tragedias nacionales en nuestro mundo. Y el Perú no fue la
excepción con la irrupción de las ideas maoístas. Es bueno recordar que Abimael
Guzmán fue formado en la China comunista de la década del 60 para aplicar la
estrategia de la “guerra popular” en el Perú, liquidar el capitalismo y
construir una sociedad de nuevo tipo. Los dos libros de Guzmán, escritos luego
de su derrota, revelan una personalidad fanática y extremista, con una fuerte
ideologización (casi religiosa) que presidía los actos de su vida.
El fanatismo maoísta de Sendero nos debe llevar a extraer
algunas lecciones. Las futuras generaciones deben aprender que las ideas, las
personas, las culturas o los estilos de vida no deben llevarse al extremo del
endiosamiento irracional. Y que las luchas por alcanzar una sociedad justa y
libre no deben emplear el método del terror y la muerte. Debemos aprender de lo
vivido, de lo contrario volveremos a repetir los errores.
(Artículo publicado originalmente en el diario Viral de Arequipa, 15-9-21)
(Foto: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional. España. http://www.seguridadinternacional.es/?q=es/content/sendero-luminoso-narcoterrorismo-y-seguridad-en-el-per%C3%BA)
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