Recordando la incursión de los “apestosos originarios”. Y a los asesinos de la “chola de la waraqa”

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La decidida intención del gobierno de Ollanta Humala de considerar como pueblos indígenas únicamente a las comunidades nativas amazónicas y de ese modo retirar del mapa de la consulta previa a los pueblos y comunidades de la sierra y el altiplano peruano es parte de una estrategia que busca debilitar la fuerza social y política que los pueblos indígenas del Perú vienen acumulando en los últimos años. Se trata de la reedición de posiciones conservadoras –vigentes, sanas y con tribuna- que nunca han dejado de creer que el Perú es solo de ellos y los otros –andinos y amazónicos- solo requieren del tecnocéntrico y sapiente desarrollo tutelado. Es probable que los ejemplos de Bolivia y Ecuador incomoden fuertemente a nuestros gobernantes y funcionarios del régimen, más aún si en el contexto internacional se han abierto las puertas del reconocimiento de los pueblos indígenas, a través de legislación contundente que hace temblar las tumbas de aquellos que argumentaban con “lucidez”, siglos atrás e incluso ahora, sobre el completo estado de subhumanidad de los hombres y mujeres que viven en comunión con la tierra y el cosmos.

Siguiendo esa misma línea, el desborde aimara por la defensa de los recursos de la tierra (junio de 2011) que logró incursionar con violencia sobre la ciudad de Puno ha sido motivo de diversas interpretaciones, algunas plausibles, otras deplorables. Para muestra un botón. Miguel Pino, audaz abogado y expresión pensante de la derecha puneña, nos ha regalado para la posteridad un documento[1] que grafica –made in Puno- cómo vieron determinados sectores la “apestosa algarada” de los hombres y mujeres de la zona sur del departamento que “convirtieron en baño público la ciudad de Puno”. Para Pino, las “tribus aymaras […] no tienen remota idea de lo que es la formalidad”, pero igual exhibieron un manejo prolijo para arrinconar a “convenidos alcaldes” y “empresarios tembleques”. Nuestro personaje quedó indignado porque durante un buen tiempo “la imagen del puneño era la cara de Aduviri” que dejó cuantiosas pérdidas a la actividad económica, principalmente turística. Las impresiones de Pino son valiosas porque reproducen el sentido común dominante que sirve de lubricante para aceitar el estigma y la descalificación de los peruanos con “mentalidad tan cavernaria”.

Este tipo de afirmaciones polarizantes logra marcar peligrosamente la escena sociopolítica bajo una lógica maniquea[2] y convenida: modernos-sapientes-limpios-formales-pacíficos frente a arcaicos-ignorantes-sucios-informales-violentos. De ese modo, no se construye nada, solo se logra jalar la cadena y evacuar a los peruanos que con sus protestas, incursiones y seguramente abundantes errores pretenden únicamente ser atendidos, escuchados, respetados y valorados de igual a igual, en pleno ejercicio de la ciudadanía y la convivencia. Pero, lo que se logra con la lógica maniquea es reforzar sentidos comunes que consideran que la minería informal, artesanal, ilegal y contaminadora de la zona norte del departamento -y en particular ese punto emblemático y arrinconado de la nación llamado precisamente La Rinconada- son prácticas del atraso premoderno del Perú que deben ser formalizadas e ingresadas ipso facto a los fueros de la sociedad moderna, emprendedora y exitosa.

Con esos mismos razonamientos, los “apestosos originarios”[3] encabezados por el esperpéntico y mañoso Walter Aduviri deben asumir la responsabilidad, sin dudas ni murmuraciones, sobre los 15 millones de soles ocasionados en pérdidas por haber incendiado y saqueado las incorruptibles e inmaculadas oficinas administrativas de la SUNAT y el depósito aduanero de la ciudad de Puno. A la fecha, la fiscalía ha pedido una reparación civil de 5 millones de soles que deberían ser pagados por los más de 30 procesados por el “Aymarazo”.

Por desgracia la lógica maniquea no es ninguna novedad, el Estado peruano fue construido a espaldas y en contra de su interior; el dualismo estructural sobreviviente goza también de buena salud, sino cómo explicar la actuación del Ministerio Público que exige cumplimiento a los líderes de la zona sur del departamento, cuando también en simultáneo debería ser implacable presentando la denuncia ante el Poder Judicial acusando a los responsables de la muerte de 6 puneños y 50 heridos en las inmediaciones del aeropuerto Manco Cápac de Juliaca el 24 de junio de 2011. Es bueno recordar que cuando los quechuas azangarinos -opuestos a la minería informal que contamina la cuenca Ramis- arremetieron contra la pista de aterrizaje, encontraron a “valerosos” policías defendiendo el aeropuerto con armas de fuego. Uno de los “valerosos” oficiales gritaba con temblorosa y agitada voz cobarde una de las frases más célebremente  oscuras y repugnantes de nuestra historia republicana: “¡Mata a esa chola de mierda, a esa chola de la waraqa!”[4]. Muerta la mujer, toda nuestra historia desde el S.XVI se remecía nuevamente, un aguacero mojaba las miles de páginas escritas para comprender este pedazo de tierra llamado Perú y desde el otro lado de la vida los espíritus de los de siempre volvían a morir.

¿Qué enseñó la incursión de los aimaras sobre la ciudad de Puno y de lo quechuas sobre el aeropuerto de Juliaca? La insoportable vigencia de la nación herida, el ánimo de algunos por mantenerla así y la incapacidad de los gobernantes para resolver la fractura.

Si Aduviri es candidato o si tiene enjuagues, si pagan o no la reparación civil, si las víctimas de Juliaca alcanzan justicia, si la minería va o no va, si la contaminación es evitada o no, si la informalidad es el pan de cada día. O más recientemente[5], si la consulta previa en Ananea sirve de algo, si los pobladores de Corani dialogan o no con Bear Creek, si una minera ofrece utilidades a los comuneros de Ollachea, si el “país” Puno se enfrenta al “país” Juliaca por la construcción de un hospital, si el “país” Puno resuelve su diferendo limítrofe con el “país” Moquegua, si combatientes subversivos ingresan a la selva de Sandia, si algún atarantador propone un gasoducto Puno - La Paz, si Nadine llega a Puno en lugar de su esposo, si los puneños se emocionaron con Asu Mare, si los futuros candidatos ya comenzaron a engrasar a periodistas, si el gobierno regional sigue lerdo y clientelista ¿Cuál es el tema de agenda entonces? ¿de qué sirvió el “aymarazo” y el “juliacazo”?

Los asuntos de fondo se juegan en comprender desapasionadamente la complejidad del altiplano y la gran cantidad de actores contrapuestos que pugnan por ganar un espacio[6], ya sea por apetitos personales o por intereses de grupo. Es de fondo tomar atención al factor clave de la formación de una élite burocrática competente, porque la descentralización es un camino sin retorno que no nos puede encontrar con el título de ingeniero solamente colgado en las paredes. Es de primer orden liderar la instauración de una discusión pública y participativa sobre el mundo relacional con las empresas extractivas, la complejización creciente del aparato económico-productivo regional, el empoderamiento de las  poblaciones indígenas con vistas a una ciudadanización diferenciada y empujar, como siempre lo hizo Puno y el sur peruano, las placas tectónicas del viejo pacto social que permita refundarnos plurinacionales, interculturales,iguales y emprendedores, como debe ser.


[1] Pino Ponce Luis Miguel, “Para lo que sirvió el aymarazo”.  5 de febrero de 2013.

[2] Lo maniqueo expresa la creencia en un mundo dividido de modo absoluto entre el bien y el mal, sin aceptación de los matices.

[3] El uso de estos y otros adjetivos solo pretende llamar la atención y de ningún modo es una posición personal.


[5] Las referencias periodísticas provienen principalmente de la sección Puno del portal NoticiasSER.pe http://www.noticiasser.pe/ , del diario La República, edición Sur y de los canales puneños CosmosTV y ForoTV.

[6] El inicio del estudio de la complejidad de actores ha sido brillantemente tratado por José Luis Rénique en La batalla por Puno. Conflicto agrario y nación en los andes peruanos (IEP, Sur, CEPES, 2004)

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