Elecciones, "sangre autoritaria" y nación en el Perú



Los resultados de la primera vuelta han evidenciado, una vez más, el fuerte componente autoritario de la decisión política de los electores peruanos. El elector envía un mensaje claro: necesitamos la contundencia de la fuerza vertical para cambiar el modelo de crecimiento económico y/o requerimos el retorno-redención del tutelaje asistencialista y autoritario de la década de los noventa. Es decir, solo la “mano dura” resuelve los problemas.

El reclamo por “mano dura” en la política no es ajeno a la historia nacional y mucho menos a otras experiencias latinoamericanas y mundiales. Es más, la convivencia democrática entre iguales ante la ley es un logro civilizatorio reciente. Peor en el caso peruano que mantiene vigente la desigualdad socioeconómica, la discriminación etnocultural y el imperio de la astucia corrupta (viveza criolla) en las relaciones cotidianas.

En ese (des)orden social no debe sorprender la exigencia de la bienhechora “mano dura” como salvación de la patria. La “sangre autoritaria” de los peruanos no es la expresión de su ignorancia o la falta de valores cívicos; al contrario, es una singular propuesta política de inclusión, de acudir a lo radical-extremo para (re)ordenar o para alcanzar la comunidad nacional entre iguales ante la ley.

El voto rural y provinciano de Humala es un claro ejemplo ¿cómo se pueden comprender votaciones por encima del 70% u 80%? Se trata de respaldos descomunales que ya quisieran tener algunas confesiones religiosas o marketeros ávidos de consumidores ansiosos.

Los resultados de la primera vuelta son el síntoma renovado y tantas veces repetido de la desintegración nacional, o lo que es lo mismo, el desprecio por el mundo-de-los-de-abajo. Ese mundo despreciado, paradójicamente, es el espacio más fértil de nuestra historia; es el lugar donde se conservan las matrices que nos servirían para construirnos como nación y comunidad multidiversa. El mundo-de-los-de-abajo, sin embargo, es el mundo que las élites acriolladas quisieran eliminar o en el mejor de los casos “modernizar-blanquear” arreándolos hacia el dios-de-los-de-arriba: el mercado.

Pero, felizmente el voto es uno de los pocos momentos en el que los peruanos somos iguales y (siguiendo el pensamiento de los de abajo) tenemos la oportunidad de hacernos sentir, de exigir un Perú distinto. La “sangre autoritaria”, entonces, no es constitutiva de los peruanos del siglo XXI es el dispositivo para imaginar una futura sociedad de iguales ante la ley.

Comentarios

Anónimo dijo…
mis preguntas son, por quien voto udel 10 d abril?, y una mas dificil, por quien votara en la segunda vuelta?

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