Nuestra vida cotidiana autoritaria: artículos en el diario Noticias de Arequipa

Tuve un brevísimo paso de 4 domingos (entre el 18 de abril y el 9 de mayo) por la página de opinión del diario Noticias de Arequipa. La renuncia de su director, el correcto periodista Enrique Zavala, puso fin a la breve experiencia. Y en verdad fue un acto experimental, porque decidí escribir sobre cómo el autoritarismo y las relaciones asimétricas se encuentran en nuestras vidas cotidianas y juegan "en pared" y/o sostienen la esfera pública y política. Por eso la columna se llamó Sobre amos y siervos. Dejo el contenido de los cuatro artículos y del último no publicado.

VIDA AUTORITARIA (18-04-2010) Por Eland Vera Periodista Nuestra historia nacional está marcada duramente por una constatación cruel, real y cotidiana: el autoritarismo. Las diversas esferas de la vida pública, institucional y familiar muestran el sello grosero de las relaciones asimétricas. Atestiguamos, somos parte y no nos afecta convivir con sujetos envalentonados que lucen la viveza criolla como símbolo y valor fundamental de su diario actuar. Pero, supuestamente, al otro lado hallamos a sujetos que se someten servilmente al autoritarismo de los amos y señores de la cancha. Con lo cual tenemos establecida la relación entre amos y siervos, los que mandan y los que obedecen, los de arriba y los de abajo, los poderosos y los débiles, los lobos y las ovejas. Sin embargo, una observación más detenida nos lleva a encontrar aspectos que usualmente no se presentan como evidencia contundente. Y es que los sujetos atrapados en la lógica del amo y el siervo, muchas veces rechazan contundentemente encontrarse inmiscuidos en semejante injusticia. Es más no faltará alguien con candor virginal que afirmará que en estos tiempos “de globalización y democracia” esas relaciones no existen o ya fueron superadas, cuando lo cierto es que el autoritarismo es el lastre más fuerte de la vida cultural y política. Es el aceite que lubrica la maquinaria de la perversa existencia social en una sociedad como la nuestra. Pero decíamos que el amo y el siervo no se dan cuenta de los roles que viven a diario. Es más se trata de roles intercambiables. Soy sometido allá y someto aquí; hoy soy dominado, mañana dominaré. La ecuación bipolar se arma de las mil maravillas. Lógicamente la ilusión es llegar a “estar arriba” y quedarse allí. Esa falla, desajuste o como quiera llamársele es más fuerte en una sociedad desigual y clasificatoria como la nuestra. Por eso, los pocos que apuestan por la convivencia democrática y el diálogo ciudadano tienen una gran tarea por delante.

¿Los autoritarios nos golean? (25-04-2010) Eland Vera Periodista La democracia como sistema de decisión tiene poco tiempo de vida entre los grupos humanos. Y los valores y la conducta democrática entre las personas tienen mucho menor tiempo. ¿Qué podríamos decir de la situación de países como el nuestro en los que la experiencia democrática es, más bien, una excepción? Países como el nuestro donde todavía existe un considerable número de ciudadanos que se encuentran completamente convencidos que la solución autoritaria es la respuesta a los problemas. Los diversos procesos electorales demuestran que precisamente nuestro voto (democrático) se orienta hacia soluciones no democráticas. Es decir, a través de la democracia elegimos la no-democracia. Y es que muchos ciudadanos piensan que eligen un patrón, un mandamás, un caudillo providencial que solucione los problemas. Muchas personas parten del convencimiento que la solución a los problemas de la sociedad se halla fuera de sí mismos. Que la solución la trae un sujeto superior y diferente. Cuando en verdad la solución se encuentra en cada ciudadano consciente. Esta tensión entre la práctica democrática y la práctica autoritaria irriga las vidas de todos los peruanos. Por un lado, sabemos que la defensa de los derechos ciudadanos de todas las personas sin excepción es un valor que trasciende a nosotros y se trata de un excepcional logro civilizatorio de la humanidad; pero, por otro lado, sabemos que para sobrevivir y alcanzar el éxito en una sociedad como la nuestra debemos acudir a prácticas discriminatorias, ofensivas o ilícitas. Los inacabables casos de corrupción, racismo, abuso y violencia demuestran hasta la saciedad que las prácticas democráticas pierden por goleada ante las prácticas autoritarias. Haríamos bien, cada día, en luchar por todos los medios en radicalizar los valores democráticos y la vida dialogante, en la que eliminemos a los amos y siervos que a veces mañosamente se instalan entre nosotros. Para el caso peruano se trata de uno de los deberes más importantes de cada ciudadano.

Argollas y chacras de cada día (2-05-2010) Eland Vera Nuestra vida diaria es desarrollada formando parte de “grupos”. Integramos una promoción de estudios, un club deportivo, parroquia, barrio, grupo de amigos, gremio laboral o profesional. Es más, nos sentimos muy bien cuando en los grupos que integramos la relación es amistosa, respetuosa, sincera y productiva. Hasta ahí todo bien y extraordinariamente sano. Pero, seguramente no nos hemos dado cuenta del lado oscuro de la pertenencia a determinados grupos. Tenemos el caso de instituciones públicas en la que existen “argollas” de funcionarios y trabajadores o gremios profesionales compuestos por pequeñas “argollas” de “amigotes”. Incluso, es parte de los consejos a los jóvenes enseñarles a colocarse y relacionarse en determinadas redes de intereses que a la larga los beneficie con un trabajo o una ventaja. Es decir, el éxito no sólo es el resultado del talento: pesan mucho “las relaciones”. Esas “relaciones” implican respetar y seguir determinadas “normas” y “estilos”. Y seguramente dentro de la “argolla” alguien manda, está por encima, decide, es “la última palabra”. ¡Círculo completo! Estamos inmersos en relaciones verticales, de sometimiento. Somos parte de una “chacra” que funciona con su respectiva “argolla”. Guillermo Nugent ha alertado que existe algo más allá de la “tradición autoritaria” y “herencia colonial” de la vida peruana. Se trata de una serie de prácticas gamonales que aún tienen vigencia entre nosotros y se expresan en las “argollas”. Es cierto, las haciendas desaparecieron, pero el sentido común de las personas nos recuerda cada día que “fulano de tal cree que está en su chacra” ¿o no? Es fuerte, pero lo antidemocrático y autoritario está en nuestras relaciones cotidianas, supuestamente alejadas de la política y el poder. Allí donde sometemos o nos someten “estratégicamente”, donde se vulnera una dignidad. Allí y sólo allí, tan cerca y tan increíble, es donde se construye ciudadanía, desarrollo y país. ¿Cuál será entonces nuestro deber?

Madre y civilización (9-05-2010) Eland Vera La sociedad se halla organizada sobre la base de prácticas, ideas y normas con un fuerte acento masculino y patriarcal. El dominio, el mando, el control o el poder en sus diversas expresiones es muchas veces una versión amplificada de la supuesta supremacía del varón sobre la mujer. Es decir, muchas veces el poder, para ser tal, requiere ser masculino para alcanzar eficacia y fuerza. Por eso, en este Día de la Madre, sería importante reflexionar sobre la extraordinaria deuda que la sociedad tiene con la mujer-madre y su rol en la aparición de nuevas formas de convivencia. Y no sólo se trata de reivindicar la imagen y condición de las madres. El mejor homenaje a las madres debe ser incorporar sus manifestaciones valiosas en la vida política y cultural. Aprender de ellas para actuar en el día a día. Imaginemos qué sucedería si asimilamos conscientemente las acciones propias de las madres como escucha atenta, diálogo cordial y respetuoso, consejo oportuno, dedicación incansable, creación amorosa, laboriosidad honesta o entrega desinteresada. Sería un gran salto civilizatorio de dimensiones revolucionarias. Por lo menos hemos avanzado algo. Un valioso logro, en comparación al pasado, es la presencia cada vez más intensiva de mujeres en actividades empresariales o políticas. Muchas organizaciones han dado un gran salto al incluir mujeres en puestos clave. Su estilo inclusivo, participativo y democrático es un capital de gran valor. Frente a siglos de hegemonía masculina es una exigencia mayúscula imaginarnos nuevas formas de convivencia humana, en la que pongamos en el centro del escenario el ejemplo grandioso de las madres humanas. Seres dedicados a poner en práctica el más sublime, divino y creador de los sentimientos: el amor. El mensaje es claro, convivimos diariamente con el ejemplo supremo de vida digna y elevada: las madres. Es hora de aprender. El día a día de la desigualdad (no publicado) Eland Vera América Latina es una realidad compleja. Su historia está atravesada por la experiencia colonial y la dominación. Y una de las consecuencias más dramáticas es su desigualdad social. Diversos estudios destacan que el rasgo característico de nuestros países es la vergonzosa distancia económica entre ricos y pobres. En América Latina podemos atestiguar la existencia de niveles de vida muy diferenciados. Es decir, la notoria distancia entre riqueza y pobreza ha generado la existencia de una perversa jerarquía y un orden clasificatorio, que seguramente no apreciamos diariamente; pero, si nos detenemos un momento a reflexionar sobre la forma cómo nos relacionamos llegaremos a la conclusión que empleamos diversos registros o pequeñas normas para establecer contactos, de acuerdo a la persona que tenemos al frente. Por ejemplo, no tratamos de igual manera a las empleadas del hogar o a las empleadas de un banco, a profesores de nuestros hijos o a los profesores de una zona marginal, a las personas con apariencia indígena, mestiza, blanca o extranjera; a los que hablan con acento serrano o urbano, a los que visten con ropa costosa o ropa modesta, al profesional exitoso o al gasfitero, al que migró de Puno o al que migró de Argentina, al que vive en la ciudad o al que vive en la zona rural. Sobre la base de esas y otras diferencias establecemos una intrincada clasificación de las personas. Así vivimos, sometidos al orden discriminatorio y racializante, en medio de relaciones de superioridad e inferioridad: expresión cristalizada de una existencia social indigna. Por eso, el desafío de la vida democrática entre ciudadanos viene luego de quebrar viejas formas de convivencia, dejar de repetir horrorosos prejuicios, liquidar prácticas discriminatorias. Sí pues, la tan requerida educación y cultura para todos debe empezar en las relaciones sencillas y cotidianas del diario vivir, revelador lugar donde se comprueba la grandeza de las naciones.

Comentarios

Anónimo dijo…
Buena pluma, Eland. Ojalá haya otra ocasión de escribir en la prensa escrita. Aunque, al paso que vamos, los blogs, twitter y las redes sociales son buenos espacios para conversar, dialogar, y generar decisiones informadas.

Fernando
http://intrigapersonal.wordpress.com
Anónimo dijo…
Interesantes artículos, me sorprendió la abrupta salida del director del Diario Noticias, así como de todos los columnistas que buena falta le hacen a la prensa local, ¿sabra usted qué habrá ocurrido?
Saludos
Edwin Calcina
Anónimo dijo…
Me gustó el último artículo, lo voy a usar en la clase de diglosia.
Tu hermana

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