Alcalde altiplánico atropella a menor y recibe "gracias" de familiares
Una vez más el entendimiento queda desquiciado.
El diario Los Andes de Puno presenta un titular salido del realismo mágico más desembozado: "Alcalde de Juli dizque fue agradecido por matar a joven".
El 10 de abril, mientras Eugenio Barbaito Constanza (¿?), alcalde de la provincia de Chucuito-Juli conducía la camioneta del municipio por la vía Ilave-Juli, atropelló y dejó sin vida a la menor Catalina V.LL de la comunidad Huaquina. Hasta ahí un accidente lamentable que debe esclarecerse completamente y enfrentar las responsabilidades de acuerdo a ley.
Pero Barbaito acaba de coronar la cúspide de la indignidad más vomitable. Ha sostenido reiteradamente que los familiares de la desgraciada víctima le han agradecido la muerte, ya que la adolescente sufría alteraciones mentales. Si fuese cierto lo de los parientes, también es deplorable pero tiene el atenuante de la exclusión, la pobreza, la ignorancia y el servilismo. (Casi un copy con las comerciantes del mercado de Santa Anita en Lima que colocan a sus hijos como escudos humanos para evitar el desalojo). ¡Qué país!
Las jugadas de Barbaito no quedan ahí. Al ser cercado por las punzantes preguntas de los periodistas, sacó un estupendo as bajo la manga. Encontró un brillante recurso entre el miedo y la astucia, propio del torero más diestro: se puso a hablar en...¡aymara!
Punto final.
Confesión personal. Alejado de Puno, me inquieta el deseo de conocer a Barbaito. Estos especímenes, no sé por qué, me parece que esconden algunas de las claves de comprensión de algunos fenómenos que, tampoco no sé por qué, me inquietan como periodista, investigador y ciudadano.
El diario Los Andes de Puno presenta un titular salido del realismo mágico más desembozado: "Alcalde de Juli dizque fue agradecido por matar a joven".
El 10 de abril, mientras Eugenio Barbaito Constanza (¿?), alcalde de la provincia de Chucuito-Juli conducía la camioneta del municipio por la vía Ilave-Juli, atropelló y dejó sin vida a la menor Catalina V.LL de la comunidad Huaquina. Hasta ahí un accidente lamentable que debe esclarecerse completamente y enfrentar las responsabilidades de acuerdo a ley.
Pero Barbaito acaba de coronar la cúspide de la indignidad más vomitable. Ha sostenido reiteradamente que los familiares de la desgraciada víctima le han agradecido la muerte, ya que la adolescente sufría alteraciones mentales. Si fuese cierto lo de los parientes, también es deplorable pero tiene el atenuante de la exclusión, la pobreza, la ignorancia y el servilismo. (Casi un copy con las comerciantes del mercado de Santa Anita en Lima que colocan a sus hijos como escudos humanos para evitar el desalojo). ¡Qué país!
Las jugadas de Barbaito no quedan ahí. Al ser cercado por las punzantes preguntas de los periodistas, sacó un estupendo as bajo la manga. Encontró un brillante recurso entre el miedo y la astucia, propio del torero más diestro: se puso a hablar en...¡aymara!
Punto final.
Confesión personal. Alejado de Puno, me inquieta el deseo de conocer a Barbaito. Estos especímenes, no sé por qué, me parece que esconden algunas de las claves de comprensión de algunos fenómenos que, tampoco no sé por qué, me inquietan como periodista, investigador y ciudadano.
Comentarios
Una verdadera vergüenza. Nada justifica la cobardía del argumento para tratar de justificar una acción que no tiene nombre.
Que se mueva la justicia y tome cartas en el asunto.