Traidores en la política ¿quiénes los eligen?

ALGUNOS ANTECEDENTES

Nuestra política local y nacional cada cierto tiempo se “revitaliza” con nuevas e inesperadas muestras de carroñera traición. A nivel nacional, Torres Caro deja el buque nacionalista. A nivel local, en Puno, el consejero regional Juan José Vega denuncia a cada nada a su ex aliado David Jiménez, presidente regional; Aldo Estrada de UPP deja en vereda a Eloy Mamani del partido nacionalista, quien muy suelto de huesos lo denuncia por presunto fraude electoral.

Inclusive los duchos periodistas altiplánicos participan activamente del banquete: vendiendo o rompiendo su pluma (su micrófono y su cámara) por un plato de lentejas.

Así es la política, una red de arreglos y alianzas contra natura que luego se parten en dos. Así funciona la putrefacta búsqueda del poder, bajo la mesa y con los apetitos personales como la principal bandera principista.

Las alianzas débiles se fundan en intereses oportunistas. “Dame que te doy”. Las alianzas no son la suma de fuerzas que se complementan para alcanzar un ideal o un modelo de sociedad. Sencillamente, el cálculo es la filosofía política, los efectos mediáticos son la doctrina rectora, las quejas son el programa político, los ayayeros se entronizan como ideólogos y los odios toman la batuta de la estrategia política.

Así es la política… o mejor dicho la seudo-política, pues la política de verdad es la búsqueda del poder para alcanzar el bienestar ciudadano, para hacer realidad los sueños de una sociedad distinta y superior, donde las desigualdades se acortarán con decisiones estratégicas de alcance histórico.

La política es la llave para construir el futuro de una nación. En cambio, estos, nuestros bucaneros, nuestros políticos de aquí y ahora, alcanzan el poder para frotarse las manos, para alcanzar “su” futuro. Para acomodar a cuanto pariente sea posible, para extraer del Estado lo poco que puede distribuirse. Para gozar del poder.

DOS BOCADITOS DE RECUERDO

Henry Kariel, en “A la búsqueda del Poder”, radiografió de modo magistral cómo se forjan los políticos-bucaneros, los salteadores del Estado, son sujetos con profundas inseguridades anidadas en la niñez; faltos de cariño y amor, encuentran en la política la venganza para arremeter contra todo lo inalcanzado en sus primeros años.

Otro bello cuadro del poder, es la insuperable pieza cinematográfica de Orson Welles: El Ciudadano Kane. Allí el personaje principal, un rechoncho periodista, dueño de periódicos y candidato frustrado, construye un imperio de soberbia y gula humana para paliar aquello que nunca tuvo: su infancia.

¿Y LOS RESPONSABLES? ¿QUIENES SERAN?

Visto de esa manera, cada minuto en el Perú construimos un seudo-político. En los odios fraticidas, en las venganzas familiares, en los abandonos prematuros, en los gritos destemplados de las parejas frente a sus hijos, en los ejemplos insípidos de mediocridad y vileza.

Así de doloroso, los políticos que tanto despreciamos y hasta queremos quemar, son el producto de nuestras vidas cotidianas sin norte, plagada de placeres, de torpes decisiones, de soberbia acomplejada o de humildad escenográfica.

Si ya no queremos esos políticos, comencemos hoy y ahora mirándonos al espejo de nuestras vivencias cotidianas, al irreversible dictamen de nuestra conciencia. Sólo así, de cara a la realidad, nos daremos cuenta que esos traidores despreciados, tienen un pedazo de nosotros. Es decir, para desaparecer a los seudo-políticos, algo de nosotros también tiene que morir.

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