APRA-UN: La Concertación ¿posible?


Los resultados de las elecciones presidenciales dejaron conclusiones contundentes y que reflejan posiciones bastante definidas.
Primera, se confirma el asentado autoritarismo en diversas capas de la sociedad peruana. No en vano el Informe del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) sobre la Democracia dejaba para la eternidad dos datos demoledores: 12.9% rechaza de plano la democracia y prefiere un “gobierno fuerte” (entiéndase como autoritario), otro 13% indica que la democracia le es “indiferente” (entiéndase en buen lenguaje popular: “le llega”). Gran parte del electorado nacionalista del candidato Humala y las huestes fujimoritas lo confirman al hartazgo.
Segunda, se reconfirma la volatilidad del electorado nacional. Migra con facilidad de un lugar para otro. Un día fujimorista, se acuesta toledista y amanece humalista. Con una ciudadanía tan pre-ciudadana o cuasi-ciudadana las campañas son emotivas, los planteamientos son para bailar, para injuriar o para vender la ilusión de que todo cambia. Autoritarismo y superficialidad, ecuación que recuerda que sólo las conciencias serviles y mansas (a la espera de un “padre-salvador”) son presa fácil de la manipulación.
Tercera, y como consecuencia de las anteriores, surgen aventureros, improvisados sin arraigo, aprovechadores, cuatreros, salteadores de caminos, corsarios a la caza del botín-Estado, o sea, los candidatos al Congreso. Verdaderos ejemplos del tipo de liderazgo que aspiramos o tenemos. Me pregunto ¿cuántos ciudadanos hemos votado convencidos de que ese candidato es el mejor representante para nuestra región por la solidez de sus ideas y propuestas que defenderá en el Parlamento, más allá de que se parezca a mí, sea de mi misma etnia o condición social? Los congresistas que tendremos son, desgraciadamente, lo que merecemos, para bien o mal.

PUERTAS DE SALIDA

Sobrevivir a devenido en actividad bandera a nivel nacional. No queda tiempo, quizás, para reflexionar sobre el “nosotros nacional”; pero queda en quienes tienen responsabilidades, ya sea por su educación, posición o virtudes, revertir esa situación. Debemos exigir a nuestros políticos, aquí y ahora, un pacto de gobernabilidad entre las dos fuerzas visibles o sobrevivientes de la escena nacional: los conservadores-neoliberales-socialcristianos y los socialdemócratas de primera generación-apristas. Ya que ni pensar en la izquierda peruana, dividida y mediocre.
Tenemos dos ejemplos de alianza entre socialcristianos y socialdemócratas que, curiosamente, han llevado a dos mujeres al poder. Los democristianos de CDU y los socialcristianos de CSU, en Alemania, han triunfado unidos llevando a Angela Merkel. Los democristianos del PDC y los socialistas chilenos del PS tienen a Michelle Bachelet como presidenta. En el caso peruano, sea Alan García o Lourdes Flores, uno de los dos podría asumir la presidencia el 28 de julio; dejando a la soldadesca caudillista y nacionalista fuera de la escena.
Pero no todo debe quedar así. La concertación APRA-Unidad Nacional tiene una amplia agenda y muchos pedrones que retirar del camino. Al final de cuentas, vencer al nuevo caudillo o “César populista” (como denomina Hugo Neyra a los iluminados que de cuando en cuando el pueblo peruano encumbra) implica procesar y tomar conciencia de las razones por las cuales Humala ha surgido: exclusión racista, desocupación, centralismo y corrupción. Son cuatro soportes primordiales que la “concertación” debe asumir ahora y ya, si realmente se ama al Perú.

Publicado el día de hoy en el Diario Los Andes de Puno

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