El ministro de Economía Pedro
Francke ha anunciado que empleará las “armas legales” a su alcance para que las
grandes empresas que le deben al Estado paguen sus deudas tributarias. Días
antes la poderosa minera Buenaventura del influyente magnate Roque Benavides
pagó una deuda de 2 mil millones de soles (más de 500 millones de dólares). Y
bueno, así son las deudas que los poderosos tienen con el Estado peruano. Los
diferentes gobiernos de derecha se han encargado de mantener “buenas
relaciones” con los ricos empresarios nacionales. Se les exonera tributos y se
pasa por alto sus deudas.
Obviamente con un gobierno de
izquierda quienes se preocupan más no son lo pobres, sino los grandes
empresarios acostumbrados a prácticas mercantilistas y corruptas. Un
izquierdista al frente del Ministerio de Economía es poco menos que el
Apocalipsis. No han faltado quienes han saludado el gesto de Benavides de pagar
su monumental deuda (que solita serviría para implementar políticas sociales de
largo alcance). Pero, ¿qué tenemos que felicitar a Benavides? Ha sido un
multimillonario que le ha debido al Estado durante años, se dedica a
actividades extractivas con poco valor agregado y encima funge como líder y
ejemplo de los empresarios peruanos. Ustedes creen que si ganaba las elecciones
la “Señora K”, el magnate hubiese pagado su deuda.
Lo que la población debe tener
muy claro es que el desarrollo de las naciones está íntimamente ligado a la
recaudación de impuestos. Los países más desarrollados cobran impuestos
sistemáticamente a todos sus empresarios y ciudadanos. Y en esos países el pago
de impuestos es parte de su cultura ciudadana, civismo y amor a la patria. Los
ciudadanos son conscientes que con los impuestos que pagan, el Estado tiene la
fortaleza para ofrecer servicios públicos de calidad y atenuar la pobreza de
los sectores menos favorecidos.
En nuestro país, el cobro y pago
de impuestos brilla por la viveza criolla de la evasión y la irresponsabilidad.
El ministro ha dicho que, por ejemplo, los peruanos que pagan impuesto a la
renta son menos de la mitad, es decir, la mayoría vive conchudamente obteniendo
recursos formales para su bienestar, pero no pagan impuestos. Claro,
seguramente, quienes evaden los impuestos pensarán: “para qué pago si los
gobiernos son corruptos, si los grandazos no pagan impuestos, inclusive se les
exonera los tributos”. Y razón no les falta. Hay un tremendo desafío del
gobierno y de la ciudadanía por estimular la cultura tributaria y formalizar
las actividades económicas. Se requiere un cambio de conducta.
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