(Foto: Andina - Agencia Peruana de Noticias)
Los pueblos del interior del país soportan la pesada carga
del centralismo limeño. Centralismo que es el resultado de un modelo de
sociedad y de vida económica que impera en el Perú. Un centro fuerte,
influyente, decisorio y que concentra para sí los beneficios más encumbrados de
la sociedad moderna capitalista. El centralismo no viene solo, está acompañado
de una elevada dosis de herencia colonial racista que menosprecia, trata como
inferiores y subestima el mundo cultural de los provincianos.
Los provincianos hemos ideado formas para salirle al frente
a ese desdén. A través de manifestaciones artísticas, emprendimientos
económicos, desarrollo profesional, intensas migraciones, sonadas
movilizaciones sociales y políticas y sobre todo organizándonos de modo
comunitario para arrancarle derechos a los gobernantes. Ha sido una larga
marcha que no acaba.
El polítólogo Alberto Vergara en tono metafórico la denomina
la “danza hostil”. Obligados a bailar (actuar) juntos sobre una misma pista de
baile (un mismo territorio), Lima señorial danza con hostilidad con su interior
provinciano al que quiere tenerlo sometido y principalmente obediente.
Curiosamente el estudio de Vergara es sobre la danza hostil entre Lima y el Sur
del Perú. Las dos concepciones de nación y de patria: el nacionalismo criollo y
el nacionalismo andino.
En algún momento la danza dejará de ser hostil? O menos
hostil? Esos opuestos podrán ser complementarios? Durante el Tahuantinsuyo,
Cusco danzaba con los reinos sometidos, no exento de hostilidad, pero con un
pequeño gran detalle. Había principios de reciprocidad y redistribución entre
los soberanos cusqueños y sus extensos dominios. Cierta sabiduría para gobernar
motorizó la grandeza de nuestra ancestral civilización. La Colonia, por el
contrario, fue la imposición de una lógica perversa y violenta de dominio de la
cual no podemos desatarnos del todo.
La llegada del profesor Pedro Castillo al poder
gubernamental es la nueva oportunidad para que el danzante subalterno (los
pueblos del Perú) logre enderezar la acción del Estado y se convierta en un
Estado nacional que esté al servicio de los menos favorecidos de la sociedad.
Los peruanos de buena voluntad desean que la danza hostil pase a ser una danza
provechosa y justa. Esa es la tarea.
Construir puentes de acuerdo e integración que nos conduzca al
desarrollo es una tarea titánica. Además, no hay liderazgo gubernamental con
resultados, si no va de la mano con una ciudadanía participativa, vigilante,
propositiva y predispuesta a poner de su parte para alcanzar los grandes
objetivos de cambio que el Perú reclama.
(Publicado originalmente en el Diario Viral, 21-7-2021)
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