Ríos de tinta se han escrito sobre la poderosa influencia de
los medios masivos de comunicación. La televisión, la radio, el cine y la
prensa fueron durante décadas el centro de irradiación del poder simbólico
sobre la sociedad. Aún mantienen su impacto, pero cada día el avance de los
nuevos medios es un tornado que nos muestra las bondades de lo que Manuel
Castells ha llamado la autocomunicación
de masas.
Según Castells es autocomunicación porque nosotros mismos
generamos los mensajes, definimos quienes serán nuestras audiencias y
seleccionamos contenidos; y es de masas porque potencialmente llega a
audiencias globales, como cuando colgamos mensajes o videos en nuestras redes
sociales, como Facekook y YouTube.
La arremetida de los medios limeños tradicionales que
propagandizan a favor de la señora Fujimori tuvo en las redes sociales (que
correctamente se denominan medios
sociales) un contrapeso que favoreció la pluralidad de opiniones e
información. Los medios masivos de comunicación de antaño ya redujeron su
poder. Hoy en día los ciudadanos digitales, aquellos que gozan de acceso a las
tecnologías de información, internet y diversas plataformas, se vienen
empoderando cada día.
De un lado, youtubers y tiktokers, hasta la proliferación de
grupos de WhatsApp, cuentas de Facebook y transmisiones en streaming, son ahora
las tecnologías dominantes que posibilitan flujos diversos y plurales de contenidos.
El inconveniente es que la ciudadanía digital se encuentra amenazada por la
brecha digital. Aún hay amplios sectores, especialmente rurales y de muy bajos
recursos, que acceden de manera limitada y con tecnología insuficiente.
Se trata de profundizar la conectividad y convertir los
derechos digitales en una bandera de lucha en los próximos años. Los derechos
digitales son derechos humanos de acceso universal a internet, el uso de
computadoras y dispositivos electrónicos más allá de la condición económica de
las personas. La profundización de esos derechos ocasionará un cambio de época
sin precedentes en la historia humana. La generalización de la autocomunicación
de masas provocará un giro en el conocimiento, la política, la cultura y la
economía. El ser en el mundo ya no será el mismo.
Los gobiernos y los ciudadanos debemos apostar por los
derechos digitales, pero sin descuidar la lucha por aquellos derechos
precedentes referidos al trabajo digno, la vivienda, la educación básica, la
salud universal, un medio ambiente y alimentación saludables y los derechos de
los pueblos originarios Grandes desafíos vendrán y la fuerza de la ciudadanía
no puede, ni debe detenerse
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