Instituciones públicas: frágiles y distantes

Somos un país con instituciones estatales frágiles que se mueven al vaivén de apetitos, intereses y estrategias. Por ejemplo, el Poder Judicial, las municipalidades, los ministerios, los órganos de control y ahora el trío de organismos electorales (JNE, ONPE y RENIEC) son fácilmente vulnerados y agrietados. Son tan débiles nuestras instituciones que no tienen políticas de largo plazo, los funcionarios rotan sin criterio, la carrera pública es un saludo a la bandera, sus normas internas no garantizan eficiencia o son un homenaje al enredo. No es complicado petardear una institución, enseñorearse por dentro o lanzarle misiles desde afuera. A lo que cabría agregar el notable rechazo de la población, debido al deficiente servicio que recibe y el desdén con el que el ciudadano es tratado. Son pocos los trabajadores y profesionales que laboran en una institución estatal que cumplen a cabalidad sus funciones con responsabilidad, calidad profesional y actitud de servicio. ...