La fusión de facultades en la universidad de Puno

Ya son dos años que no estoy en Puno; pero cierta noticia de la universidad donde laboro, la Universidad Nacional del Altiplano, no me sorprende. Algunos dirigentes (de estudiantes y profesores) se oponen a la fusión de facultades. ¡Y cómo no!

Si una de las vivencias que da sentido a la vida en Puno es la "chacra propia": el espacio real y simbólico sobre el cual libremente ejercer dominio, sentirse "alguien" y alguien con poder, enseñorearse y enseñorearnos alternativamente. Y pensar que sólo en la UNA de Puno, cada facultad y hasta escuela tiene su propio color de fachada, su propio diseño de infraestructura, sus propias distinciones y diferencias, tanto como la diversidad de cada conjunto folklórico en las fiestas de la (pachamama) Candelaria.

Y es que cada facultad y carrera es expresión de autoritarismo y caciquismo académico.

Y no hay razón académica que valga, porque la discusión intelectual del "campo profesional" jamás la ví en 18 años viviendo en Puno. El sentido y vivencia mayoritaria de lo interdisciplinario mucho menos. Es mi testimonio.

Claro ejemplo es que la actual autoridadad universitaria ni siquiera estableció un espacio amplio y democrático para la discusión de ese tema (la fusión de facultades). Seguro, ya me imagino, se constituyó "una comisión" al respecto.

A mi memoria viene, con crudeza y horror, el recuerdo de alguna expresión de un colega mío, al referirse a la vida universitaria en Puno: "Claro, Eland, lo académico también es importante".

Solo Dios sabe qué era lo realmente importante para él. Aunque siempre tuve mi hipótesis desde que conocía desde adentro a la UNA: no es una institución académica únicamente; es institución de legitimación social, principalmente, de primera ciudadanización de los jóvenes aymaras, quechuas y mestizos del altiplano puneño.

Tal vez no fue siempre así, pero eso es lo que he visto en no pocos jóvenes. ¡Ay! la UNA. ¡Ay! las universidades públicas: feudos coloniales del saber, recinto de "argollas", que como sostiene Guillermo Nugent son nuestra más clara reencarnación del gamonalismo provinciano.